En edición bilingüe galego-español, Insensata publica en marzo de 2022 Silabario de la Peste. Casi se pronuncia igual en ambos idiomas, pero no es lo mismo. El español es una lengua vernácula para casi quinientos millones de personas, pero el galego es el modo particular que tiene una tierra de falar, el idioma original de Silabario de la Peste, escrito porLupe Gómezdurante el confinamiento domiciliario de la primavera de 2020 para contener la pandemia de la Covid-19.
Por ello, porque la realidad se construye en la mente de las personas a través de palabras, que se asocian a sentimientos, que poner el color y la intención a los comportamientos, Lupe Gómez e Insensata dan a luz a un libro de poemas que quiere hablar la peste en contrapunto, en un idioma que crece desde las tierras húmedas y fértiles de la Galicia aldeana, y en otro que le acompaña para llegar a regar todas las tierras del mundo. Una poética de dos voces en punto de fuga hacia la vivencia de un nuevo aprendizaje, el redescubrimiento del interior, del hogar, de los sonidos y olores de la tierra, mientras la peste amenaza, pero sin que llegue a corromper ese refugio íntimo al que recurrimos cuando nos acecha aquello que no alcanzamos a entender del todo. Así ha plasmado ese refugio Clara León en la sobrecubierta que ilustra la edición por Insensata de Silabario de la Peste, como una matriz, esa matriz de hembra que siempre ha estado en comunión con la noche y umbilicada con la tierra.
El Silabario de la Peste de Lupe Gómez nos propone aprender a leer de otra forma la vida. Reescribe el confinamiento por la peste pandémica del año dos mil veinte en sílabas que nos sirven para leerlo en clave de imágenes poéticas, como ideogramas de otro idioma. Un silabario es el método de dividir las palabras de idioma en sílabas con fines didácticos, para enseñar a leer. Suele ocurrir una vez en la vida, aprender a leer la lengua materna. Es una experiencia a la vez de descubrimiento, de revelación. Y, como todo hallazgo, tiene algo de esa magia irrepetible de las primeras ocasiones, ésas en que nos inunda una sorpresa, o en que nuestro ser ha conectado con algo o alguien que ya nunca dejará de ser parte de nuestro yo íntimo. Aprender a leer de nuevo es un proceso que deberíamos intentar alguna vez en la vida, porque, aunque sea por unos momentos encadenados, nos vuelve inocentes. Tal vez un idioma que sea extraño a nuestra cultura. Tal vez signos de manos y rostros. Y así ha sido con la peste, que hemos tenido que aprender a leerla, pero con la ventaja de la experiencia ancestral que nos legaron las madres que siempre enseñaron una lengua. Como sugiere la prologuista de Silabario de la Peste, la también poetisa, y también galega, la también aldeana, Luz Pichel, <<Lupe Gómez se mira en las mujeres que, antes que ella, vivieron tanta muerte, se arrodilla en la tierra y la abre para verla por dentro y rezarle y que nos cure>>.
Silabario da Peste es el primer poemario bilingüe de la línea de publicaciones que Insensata se ha marcado como necesidad incluir en su catálogo: poemas escritos en otras lenguas distintas del español y vertidas al español desde esas otras lenguas, ambas conviviendo.
Desde la perspectiva activista de Insensata, no hay una manera genuina de entender a la otra, al otro, sino se accede a comprender, aunque sea mínimamente, cómo esa otra persona, construye su realidad simbólica a través de las palabras. Es muy complicada la alteridad en su alcance más profundo, interiorizar al otro, empatizar con ella o con él, sin entender su lengua materna. Y si, por el contrario, nos relacionamos con la otra, con el otro, a través de una lengua mediada, debemos ser conscientes de que algo nos estamos perdiendo…. y si esa lengua mediada es una lengua colonizadora, como el inglés, la relación de empatía se contamina de alguna forma, pero sobre todo se sesga con un conjunto de códigos culturales propios del sustrato (puede que intención) colonizador de esa lengua. Expresado de otra manera: una hispanohablante puede comunicarse con una persona china recurriendo ambas al inglés como lengua de mediación, pero ni la china acabará haciéndose una idea del mundo tal como lo representa la hispana en su mente, ni viceversa… al final ambas convergerán a un universo de significados y significantes expresado en inglés, con las implicaciones de dominancia cultural anglosajona que de ello se derivan, y de las que generalmente somos inconscientes.
Lo ideal sería, claro, que todas las personas habláramos las diversas lenguas maternas de la humanidad, lo que sería casi parecido a ser hermanadas las personas por todas las madres del mundo. Aunque sólo sea como hermosa utopía, merece la pena enunciarla. Desafortunadamente, nada más considerar un par de factores, como son el volumen de población en el planeta y la división fronteriza en entidades políticas estatales, nos relega la utopía justo ahí, al éter de las utopías. Sin embargo, como todas las utopías, ésta de las lenguas maternas habladas por todos y todas nos deja a su paso una estela de retazos, que son todas esas actitudes que nos inspiran las utopías, que nos hacen perseguirlas y, de camino, encontrar un resto limpio de belleza y de verdad. Porque, no llegaremos a hablar todas las lenguas, ni siquiera algunas, tal vez ni unas pocas, quizás la nuestra y alguna otra, o sólo la nuestra, pero la actitud de pensar en esa utopía, no sólo de pensarla sino de interiorizarla y de creerla; de trabar conciencia, y actuar en función de ella, de que otras personas, millones de ellas, acceden y viven sus realidades a través de palabras que nos son extrañas, que se expresan en signos de los que jamás hemos oído hablar apenas… esa actitud nos abre al infinito, nos acerca a la esencia de los mundos.
Cultivar esa actitud es lo que se respira, desde su delicada humildad, en el Silabario de Lupe Gómez, escrito originalmente en galego y revestido por ella misma, por la autora bilingüe, al español. No se trata siquiera de que la lectora o el lector galego-parlante o hispanohablante entiendan ambos idiomas, sino precisamente de que se venga hacia ellas y ellos la lucidez de que existe una forma galega de nombrar y de significar el mundo (o sea, que son muchas formas, porque hay que contar con los dialectales galegos), y de que esa lucidez alumbre la poesía en un libro. Ese universo galego vernáculo, con sus propios signos lingüísticos, su fonética y sus significados, conforma, de una manera particular, la identidad y la mente del ser pensante y hablante. Al traducirlo a otra lengua, se produce una suerte de correspondencia que no es nunca totalmente biyectiva entre una lengua y otra, sino que disipa significados, honduras, sensaciones, por el camino. Tenemos vocación de recorrer ese camino, aunque sólo sea en sus formas, en sus significantes, tal vez en sus sonidos, para azuzar el interés del mirar al otro, a la otra persona, en su propia identidad y, ya más quiméricamente, para despertar la inquietud por explorar y adentrarse en otras lenguas, que siempre es buscar conectar, mediante el alma, con la madre de otro ser, quien es la entraña de ese ser.